Palamós, verano de 1962. Truman Capote acaba de comprar dos botellas de ginebra, una de vermut seco y unas aceitunas en una pastelería de la calle Mayor de Palamós cuando descubre en un diario que su gran amiga Marilyn Monroe ha muerto a causa de una sobredosis de somníferos. Así comienza esta novela, en la que el autor recrea los tres largos veranos (de abril a octubre) que Capote pasó en la Costa Brava, redactando la que estaba convencido de que sería su obra maestra, A sangre fría. El autor norteamericano, a quien le gustaba escribir en la cama, con sus pijamas de seda y un lápiz de punta fina, se refugió en Palamós, huyendo de las fiestas de Manhattan donde era la estrella invitada. Se instaló con Jack, su pareja, y la compañía de un bulldog viejo, un caniche blanco y una gata siamesa. La novela de Màrius Carol nos descubre cómo era la Costa Brava de Capote y la desazón del escritor para saber si los dos criminales de la matanza de Kansas en el que se inspiró su obra terminarían colgados o no.